Equipos de alto rendimiento con gran capacidad de trabajo, conocimientos, experiencia, alta orientación a resultados, competitivos y responsables, toman conciencia de que estas fortalezas no son las más importantes para afrontar los cambios. El foco ha de ir dirigido a crear identidad de equipo, a través de la confianza y la comunicación abierta y positiva, trabajando objetivos comunes, compartiendo mejoras y celebrando éxitos.
Es un proceso en el que se han de trabajar continuamente las resistencias al cambio, y reforzar los pensamientos positivos en cada uno de los miembros del equipo, para evitar volver a la inercia inicial provocada por la presión y el estrés en el trabajo.